jueves, 24 de junio de 2010

La fábrica (relato breve)


LA FÁBRICA

Después de clase, me gustaba sentarme en el suelo del jardín de la fábrica abandonada que estaba junto a la escuela, sacar una novela de la mochila y perderme entre sus páginas. Aquel entorno rodeado por una vegetación exuberante y envuelto en un silencio abrumador, ayudaba a que mi mente consiguiera evadirse de la realidad mientras me diluía entre historias de terror y fantasía que lograban activar mi imaginación durante horas. De vez en cuando, el sonido de algún animal que merodeaba entre la maleza, me obligaba a detenerme en la lectura y preguntarme de donde procedía, pero no suponía molestia alguna. Felinos hambrientos de cuerpo raquítico solían perseguir ratas y anhelaban encontrar los restos de comida que los escolares lanzaban al jardín al salir de clase.

Ahora que escribo estas palabras en mi diario, y que estoy a punto de contaros lo que me sucedió un día en aquel lugar, un escalofrío recorre mi cuerpo y los recuerdos golpean de nuevo mi mente con insistencia. Por mucho tiempo que pase, jamás lograré olvidarlo.

Una gélida tarde, tomé la decisión de adentrarme en la fábrica a leer, ya que en el jardín hacía demasiado viento y el suelo permanecía húmedo. La puerta estaba abierta. Accedí a una sala de paredes sucias, resquebrajadas y roídas por el paso del tiempo. Me senté sobre un suelo cubierto por una capa de polvo y saqué un libro de la bolsa. De pronto me invadió una sensación extraña. Noté que aquel lugar carecía de vida. El silencio y el paso del tiempo lo habían devorado. Una sensación de vacío se apoderó de mí, y para evitarla, comencé a leer.

Mientras permanecía enfrascado en la lectura, una mancha de sangre cayó de pronto sobre una de las páginas de mi libro. Miré hacia arriba y descubrí que manaba de una enorme grieta que se abría en el techo, atravesándolo. Por su color y textura deduje que era sangre, aunque no estaba seguro.
Poco después de la primera gota comenzaron a caer más. Asustado, me levanté. Dejé la mochila en el suelo y decidí subir al primer piso para saber de donde procedía el fluído y que era todo aquello. Lo hice con sigilo para que nadie me descubriera en caso de que hubiera alguna persona allí. Al llegar, seguí un pasillo, y un rastro de sangre me condujo frente a un antiguo portón de madera del cual solo quedaban restos carcomidos. Una rata cruzó ante mí con rapidez y me aparté. Después, empujé el portón y entré en una sala vacía de cuyas paredes agrietadas manaban hilos de sangre. De pronto, de un agujero que se abría en el techo cayó con violencia un chorro del mismo líquido que empapó todo mi cuerpo. Entonces comencé a escuchar voces de gente advirtiéndome que escapara, y salí corriendo de la dependencia. Subí otro piso más y descubrí que todas las paredes estaban cubiertas de sangre y también el suelo. El edificio estaba sangrando. Aquel lugar ya no carecía de vida; había despertado. Yo no encontraba explicación lógica ante aquel suceso, jamás la encontré. Las voces que oí, retumbaban en mi cabeza y no sabía con exactitud de donde procedían.

El viento reventó una cristalera frente a mí y de pronto se abrieron en el techo varias grietas con rapidez de las cuales comenzaron a manar ríos de sangre que cubrieron el suelo empolvado. El resto de cristaleras de la construcción explotó a continuación uno tras otro.

Jamás he vuelto a aquel lugar ni he logrado explicación ante lo acontecido, pero un vagabundo que merodeaba cerca de la escuela me contó en una ocasión, en una especie de desvarío, que aquel edificio poseía vida propia, y que murió ante mi aquel día.

6 comentarios:

  1. Je,je, un cuento de terror algo (bastante) sangriento para comenzar la mañana.
    La verdad es que pone nervioso todo ese deambular por el edificio, y me gusta la última frase y el sentido que le saco, morir ante el posiblemente único que visita la fábrica durante su agonía.
    Y he leído tu anterior entrada, y aprovecho para contestar aquí, ¡ánimo con todos tus proyectos, y si finalmente vienes por Barcelona avísame, que me encantará que me hagas un hueco en la agenda de visitas para tomar un café!
    Un abrazo.

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  2. Muy bueno, me ha hecho acordarme de un reportaje ke vi sobre edificios enfermos (y no es coña) en el reportaje hablaban de los edificios como seres vivos enfermos y ke nos contagian. Es un juego divertido darle vida a lo inerte, o ke nos pensamos ke es inerte ;p

    Nos vemos y leemos^^

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  3. HOla Jesús,

    Muchas gracias por tu comentario, un poco sangriento si jj. Estoy mirando lo de Barcelona, aunque aún tengo que hablar con mis amigas para ver cómo quedamos, a ver si hago un hueco y quedamos para un café varios escritores:) un abrazo

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  4. BUenas lokita,

    Interesantes reportajes ves:) es un relato muuuy breve. Eso eso, nos vemos pronto. Un abrazo!

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  5. Me ha gustado bastante, Cristina. A mí también me gusta dotar de vida a las cosas más incomprensibles, le da una tendencia misteriosa que llega a atrapar.

    Un placer leerte, amiga.
    Besos,
    Mián Ros

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  6. Gracias MIánRos,

    Lo mismo digo, un placer leerte, a veces no te dejo comentarios pero me paso por tu mundo;) un abrazo,
    Cris

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